viernes, 5 de octubre de 2012

DIKÉ. Salón Internacional de Patrimonio, Bienes e Itinerarios Religiosos.

Entrada a Feria Valencia y participantes en la sesión Sostenibilidad y Autonomía del Patrimonio de la Iglesia / Carlos Izquierdo García.

Recientemente acudí a Feria Valencia para asistir a este certamen centrado en el patrimonio cultural de la Iglesia, un legado que, según los expertos, representa más del 70% de todo el patrimonio que atesora nuestro país. Sentía curiosidad por escuchar cómo se afrontará el desafío de lograr la sostenibilidad de esta ingente herencia, ahora que hemos cambiado de ciclo. Lejos quedan ya los años de bonanza y hace tiempo que las administraciones públicas cerraron el grifo de las ayudas económicas, o que redujeron drásticamente su caudal.

Por eso asistí a las charlas Sostenibilidad y Autonomía del Patrimonio de la Iglesia, en las que los ponentes trataban de esclarecer si los bienes religiosos pueden ser autosuficientes o si han de ser necesariamente mantenidos con fondos públicos. En esta sesión, moderada por Carmen Pérez García, participaron Alfonso Muñoz Cosme, Faustino Díaz Fortuny y Ubaldo Sedano Espín.


Alfonso centró su discurso en explicar qué instrumentos de gestión utiliza el Instituto del Patrimonio Cultural de España para tratar el patrimonio de la Iglesia: el Plan Nacional de Catedrales y el Plan Nacional de Abadías, Conventos y Monasterios.


La charla de Faustino estuvo enfocada a la industria cultural existente en torno a los bienes eclesiásticos y trató acerca de la aplicación de la Ley 49/2002, de 23 de diciembre, de régimen fiscal de las entidades sin fines lucrativos y de los incentivos fiscales al mecenazgo al caso particular del legado religioso. Aparte de aclarar dicha legislación, durante la intervención también apuntó algunas pistas de por dónde pasará la viabilidad y la supervivencia del patrimonio de la Iglesia.

La conferencia de Ubaldo no estaba directamente relacionada con los bienes religiosos, sino que versó acerca de la gestión del museo Thyssen-Bornemisza, que persigue lograr la autofinanciación total. El objetivo de esta charla era dar a conocer cómo la pinacoteca madrileña logra captar la inversión privada, a través de una atractiva oferta cultural, para que sirva como modelo para los museos diocesanos.

Los artesanos de la empresa Granda en acción / Carlos Izquierdo García.

Tras las charlas visité los diferentes expositores y tuve la suerte de que en alguno de ellos había artesanos trabajando, a quienes pude presenciar en plena faena. Una de las empresas que recurrió a este tipo de taller abierto fue Granda. En su stand vi en acción al maestro tallista Rafael, a la doradora Elena, al cincelador Miguel y a la bordadora Noemí. Todos ellos tuvieron a bien explicarme sus oficios y, mientras les contemplaba, disfruté imaginando cómo desarrollarían su labor los antiguos artífices.



3 comentarios:

  1. Estupenda entrada! Únicamente echo de menos algo de opinión del autor. Yo por mi parte voy a exponer brevemente la mía.
    Si realmente fuera cierto que la Iglesia no puede mantener su patrimonio, como cualquiera, tiene dos opciones o cederlo al estado para su mantenimiento y explotación público o venderlo.
    ¿Que opináis?
    Un abrazo grande y enhorabuena por el blog!!!

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. ¡Gracias por tu comentario, María! En mi opinión el patrimonio de la iglesia sí que puede ser autosuficiente, pero para lograrlo han de cambiar muchas cosas. Hasta la llegada de la crisis, las abundantes ayudas de las que se ha beneficiado debían haber constituido la inversión inicial para el despegue de una industria cultural, y no un modelo de vida, como pasó en España. Ahora que los fondos públicos escasean, vivimos un momento de transformación, en que los bienes eclesiásticos han de ser gestionados de una manera más eficiente.

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