martes, 29 de enero de 2013

Los arquitectos no firmamos los edificios

¿Acaso la prolífica obra de Javier Goerlich se debe, además de a su talento, a una brillante estrategia de marketing y a su inconfundible marca personal? Aquí podemos ver la firma del arquitecto en los inmuebles de las calles Císcar, 8 y Grabador Esteve, 12 y 16 / Carlos Izquierdo García.

Es algo propio de arquitectos caminar por las calles con la vista puesta en los edificios que la flanquean. En raras ocasiones mi mirada, al observar una fachada, tropieza con una inscripción que recuerda al compañero que proyectó el inmueble. Teniendo en cuenta la cantidad de bloques que me rodean y las muchas construcciones frente a las que paso a diario, resulta extraño que este encuentro fortuito no se produzca más a menudo, por muy despistado que pudiera llegar a ser.

Firmas de los artífices en el edificio número 23 de la calle Marino Blas de Lezo y en el bloque número 84 de la calle Colón / Carlos Izquierdo García.

Y es que la mayoría de los edificios no están firmados por sus artífices: no figura en ellos quién los diseñó,  tampoco quién dirigió las obras, ni quien ejecutó los trabajos. Esta ausencia me deja pasmado. Pensando cuánto nos encanta a los arquitectos ser mencionados en los carteles de obra y considerando que casi todos los técnicos nos apresuramos a colocar una placa anunciando nuestros servicios en el bajo del bloque donde trabajamos, o incluso en nuestra propia vivienda, no me explico cómo podemos dejar pasar semejantes oportunidades para darnos a conocer.

Creo que, además de firmar los proyectos, deberíamos acostumbrarnos a dejar constancia de la autoría en nuestras creaciones, de igual manera que cualquier artista la hace patente en su obra de arte, sea cual sea su soporte. Esta manera de proceder no solo nos daría más visibilidad, sino que además ayudaría a los investigadores del futuro, quienes, al leer el documento construido, podrían tirar de este hilo para desenmarañar la madeja de la historia.

El arquitecto M. Martínez Ortega tenía bien aprendida la lección y dejaba patente su autoría en todos los bloques que proyectaba, como en estos de la calle Císcar, 21 y de la calle Burriana, 48. En este segundo edificio, bajo el nombre del arquitecto se adivina la firma del aparejador, prácticamente oculta tras la pintura / Carlos Izquierdo García.

El tramo de la calle Burriana más cercano al parque del Turia tiene numerosas obras proyectadas y firmadas por M. Martínez Ortega, como los edificios con los números 50 y 52 / Carlos Izquierdo García.

Es evidente que la negación categórica que encabeza estas líneas no es absolutamente cierta. Hay una minoría de arquitectos que sí que plasmaron sus nombres en las fachadas de los edificios que proyectaron, pero son tan pocos que el título de esta entrada podría pasar por verdad. Y resulta curioso que este reducido número de profesionales, quizá fruto del azar o acaso gracias a una maniobra de marketing bien hecha, tienen varias obras construidas y rotuladas en una misma calle o barrio de la ciudad.

A Manuel Peris Vallbona no había que darle ningún consejo sobre lo importante que resultaba plasmar su nombre en las obras que diseñó, como en el bloque número 35 de la calle Císcar o en el edificio número 46 de la calle Burriana / Carlos Izquierdo García.

Estos escasos arquitectos que optaron por dejar clara su autoría y cuyas firmas he podido fotografiar, se decantaron por estampar sus nombres en dos puntos de la fachada: en los alrededores de la puerta principal o bien en el entresuelo del bloque, de tal forma que quedasen a salvo de las posibles modificaciones que sufriesen los frentes de los bajos comerciales. En cuanto a los materiales que eligieron, predominan los azulejos cerámicos, aunque también son frecuentes los rótulos grabados sobre los aplacados pétreos, las letras corpóreas que sobresalen del paramento y los nombres recortados en chapa metálica.

La ubicación de las inscripciones hacen que a veces se vean amenazadas por la publicidad o por los porteros automáticos, como se ve en estas imágenes de la calle Císcar, 18 y de los números 102 y 108 de la calle Fernández de los Ríos (Madrid) / Carlos Izquierdo García.

Y tú, ¿has firmado alguno de los inmuebles que has proyectado? ¿Conoces algún edificio en el que esté plasmado el nombre de su artífice?

martes, 22 de enero de 2013

Una muela que ha rodado mucho

Parroquia de Cristo Rey en 2011, antes de la restauración de su fachada. Voluntarios trabajando en su interior durante el campo de trabajo del verano de 2011 / Carlos Izquierdo García, Arantzatzu Martínez y Carmen Masó Vendrell.

Hoy, con motivo de la celebración de San Vicente Mártir, escribo acerca de una noticia relativa al patrón de nuestra ciudad, que ha alcanzado gran eco en la prensa local de los últimos días: el descubrimiento de una piedra que pudo formar parte de la rueda de molino que lastraba el cuerpo de San Vicente cuando fue arrojado al mar.

Como no podía ser de otra manera, la pieza se encuentra en la antigua iglesia de San Vicente de la Roqueta, hoy conocida como parroquia de Cristo Rey. 

Conozco bien este templo, porque allí participé como voluntario en las últimas dos ediciones del Curso de Recuperación de Artesanías Tradicionales en el Medio Rural, organizado por el departamento de Historia del Arte de la Universidad de Valencia. Nuestra labor consistió en la recuperación de esgrafiados ocultos, la restauración de algunos retablos de las capillas laterales y la decoración de la mitad superior de la capilla de la Comunión, incluido el cupulín.

En estos campos de trabajo conocí a Francisco José Soriano, un historiador que lleva años colaborando en estos talleres y que ahora es el protagonista de la noticia que se ha hecho pública.

Diferentes vistas del sillar custodiado en la parroquia de Cristo Rey. En su frente se aprecian los relieves del aspa y la muela, la inscripción alusiva al santo y el año en que posiblemente fue tallado a partir de la rueda de molino, mientras que en su parte superior existe un rebajo / Carlos Izquierdo García.

Él ha sido el encargado de investigar acerca del origen y del periplo de una piedra custodiada desde hace años en la entrada a la iglesia. Este pétreo no es una roca cualquiera, ya que tiene unos relieves y una inscripción que aluden al mártir valenciano, a lo que se suma una concavidad que invita a pensar que fue tallada a partir de la muela a la que se amarró el cadáver de San Vicente para hacerlo desaparecer bajo las aguas.

Las conclusiones de ese estudio las presentó ayer, en una interesante conferencia celebrada en la propia parroquia. La charla se dividió en tres partes: las reliquias y su evolución histórica; la muela que se veneraba junto al sepulcro del santo en la iglesia medieval; y el hipotético origen de la pieza pétrea existente.

Aunque fruto de este estudio no se puede afirmar categóricamente que este sillar fue parte de la muela que lastró el cadáver del santo, sí que ha servido para plantear una teoría sobre su origen, así como para arrojar luz sobre el pasado de esta pieza, que tiene a sus espaldas una larga historia de veneración.

El historiador Francisco José Soriano durante su charla y junto a la pieza sobre cuya historia investigó / Carlos Izquierdo García.

Para quienes no pudieron asistir a la conferencia y sienten curiosidad por esta piedra, a continuación dejo un vídeo que resume la ponencia:


Si quieres saber más sobre el sillar, échale un vistazo a los artículos publicados en prensa: 
http://www.levante-emv.com/valencia/2013/01/19/rueda-molino-salio-mar/967911.html
http://www.lasprovincias.es/20130118/comunitatvalenciana/valencia/cristo-vicente-201301181431.html

Pero si lo que te interesa es conocer mejor la historia del antiguo monasterio al que pertenecía el templo, te recomiendo leer el libro que el conferenciante publicó junto a Amadeo Serra Desfilis, titulado San Vicente de la Roqueta.

jueves, 10 de enero de 2013

V Semana de la Artesanía de la Comunidad Valenciana

El Centro de Artesanía de la Comunidad Valenciana, en cuyo sótano trabajaron Mercedes y Marcos, que son cestera y restaurador de muebles respectivamente / Carlos Izquierdo García.

Recientemente acudí al Centro de Artesanía de la Comunidad Valenciana para participar en esta semana dedicada a los oficios, cuya quinta edición coincidió con la celebración del 25º aniversario de la entidad anfitriona. Y para festejar dicha efeméride, se organizó un amplio programa de actividades, de entre las cuales destacaría los talleres de artesanía en vivo.

Para mí, el acto fue como una invitación a colarme en los obradores de los diferentes artífices para descubrir sus secretos profesionales y maravillarme con su buen hacer. Una gran ocasión para que los artesanos demostraran la maestría en sus oficios y dieran a conocer sus productos, así como para que los visitantes pudiéramos preguntarles cualquier duda acerca de su trabajo (procesos, técnicas, materiales, herramientas, etcétera).

Tres diestros artesanos en acción: el ceramista Enrique y los vidrieros Juan y Ana / Carlos Izquierdo García.

Durante esa jornada tuve la suerte de: saber algo más sobre cestería, de la acelerada mano de Mercedes; descubrir cómo se teje un asiento de rejilla viendo al polivalente Marcos, que es capaz de restaurar todo tipo de muebles; conocer cómo se hacen los tradicionales socarrats, gracias a las explicaciones de Enrique, a quien no le tiembla el pulso a la hora de pintarlos; entender el proceso de fabricación de una vidriera, mediante los sabios comentarios de Juan; y de ver cómo Ana insuflaba una segunda vida a los recipientes de vidrio, sin pasar necesariamente por su fusión.

Todos ellos tuvieron a bien dedicar unos minutos a explicarme su oficio, ilustrando sus exposiciones con demostraciones en directo de su saber hacer. A continuación os dejo los vídeos que grabé durante la actividad, para que aquellos a los que os apasiona lo hecho a mano disfrutéis con la destreza de estos hábiles artesanos.







Y no olvidéis que al final de esta entrada podéis valorar la calidad de su contenido respecto al resto de posts de mi blog. ¿Qué opináis?