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Fachadas de las escaletes en: plaza Navarros, 4; calle Balmes, 15; calle Pintor
Fillol, 1; calle Alta, 30; y calle Sant Miquel, 5 / Carlos Izquierdo García.
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Los últimos días del invierno y
los primeros de primavera son jornadas ventosas en la capital del Turia. Hace
poco vimos desmoronarse algunos monumentos falleros debido al empuje de Eolo y
pronto contemplaremos a los niños disfrutando con las cometas durante la
Pascua. Ahora que el viento arrecia, os propongo que dejemos atrás la ciudad
nueva, las calles rectas de sus barrios regulares y sus plazas abiertas, los
espacios en los que Camillo Sitte decía que se forman los más hermosos
torbellinos de polvo. Mejor nos adentremos en el casco antiguo de Valencia, donde
el soplo del aire no causa molestia alguna, ya que la trama urbana atenúa la
fuerza del vendaval que pasa sobre los tejados.
En el abigarrado laberinto
callejero del centro histórico es donde se encuentra la tipología edificatoria
de la que hoy quería hablaros, un modelo de casa de vecindad sin ninguna
pretensión estilística: las casa de escalerilla o escaleta. Estas construcciones populares empezaron a generalizarse
en el siglo XVII y se consolidaron definitivamente en el XVIII, ante la
acuciante necesidad de densificar la ciudad intramuros para dar cobijo al
creciente número de personas que llegaron. En las arterias secundarias del
tejido histórico es donde abundaban y todavía permanecen algunos de estos inmuebles
plurifamiliares, erigidos sobre reducidísimos solares y destinados al alquiler.
Las viviendas pequeñas, oscuras y deficientemente ventiladas que los forman, solían
estar ocupados por las clases trabajadoras más humildes.
Las casa de escalerilla estaba
formada por la planta baja más un número no fijo de pisos, de tal manera que el
bajo se destinaba a obrador y gozaba de un portón independiente, mientras que
cada una de las plantas solía corresponder con una vivienda. Además de la entrada
al taller, en la fachada se abría otra puerta menor tras la cual, sin zaguán ni
zona intermedia, arrancaba una escalera empinada que ascendía hasta los
hogares. De esta manera los espacios comunes del bloque se reducían al mínimo
posible: la caja de la escalera y la azotea (donde se tendía la ropa en
aquellos edificios no rematados por cubierta inclinada).
A finales del siglo XVIII,
Orellana describe este tipo de inmueble como: "aquella casa, que no
teniendo zaguán, tiene por lo común tan limitado terreno, que desde la misma
puerta de la calle comienza la escalera angosta para subir... y aunque
antiguamente ésta era en figura espiral o forma circular, enroscándose para
arriba a modo de caracol, ya de muchos años a esta parte... se han dado a
fabricarlas sobre plano en quadro, llamándoselas de esta forma escaleras a la
castellana".
Exteriormente es muy sencillo reconocer
la escaleta: es un edificio de
fachada estrecha; en sus bajo se abren al menos dos entradas de diferente
dimensión; la menor de sus puertas cuenta a veces con una aldaba y casi siempre
con un montante enrejado que ilumina el arranque de la escalera; en la vertical
de la puerta pequeña se alinean una serie de ventanas que dan luz a la escalera
en cada nivel y a través de cuyos huecos se puede ver la escalera desde la
calle; si tiene cubierta transitable, el remate de la fachada se produce a dos
niveles, pues el casetón de la escalera sobresale más allá del último piso
habitado.
Como se ha comentado, la puerta
que daba paso a la escalerilla solía contar con una anella o con una aldaba de hierro fundido en forma de mano cerrada
agarrando una bola. Antes de la existencia de los porteros eléctricos, con
dicho llamador se golpeaba la puerta un número de veces equivalente al piso al
que se quisiera subir. Los vecinos de la vivienda oportuna, desde el
descansillo de la escalera correspondiente a su planta, podían abrir la puerta
de la calle tirando de una cuerda que descendía por el hueco de la escalera y
que, tras pasar por una polea, accionaba el pasador.
El ilustre sainetero valenciano
Eduardo Escalante, que vivió algunos años de su vida en una casa de
escalerilla, ambientó varias creaciones suyas en este tipo de edificios. Quizá
la historia que transcurre en uno de ellos y que más destaca en su producción
es La escaleta del dimoni (1874). En ciertos
fragmentos de dicha pieza, el autor dejó constancia del curioso sistema que
se utilizaba para tocar y abrir la puerta. Por ejemplo, en la escena X los vecinos escuchan cómo alguien llama a la puerta de la calle, cuentan
los aldabazos y especulan sobre quién vendrá:
"Nasia. ¿Toquen baix?
(Oyense los golpes de la aldaba).
Rafel. Sí: dos,
tres, cuatre; (Contando los golpes) en la habitació de Blaya.
Nasia. ¿Será el novio?
(Llegando a la puerta del foro).
Rafel. Veches.
Barbereta. ¿Cuántes?
(Asomando a la ventana y desapareciendo luego).
Nasia. Es baix, en casa
la Rulla.
Rafel. ¡Escudriñaores!".
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Polea situada sobre la entrada del número 23 de la calle Triador, gracias a la cual la cuerda que desciende por el hueco de la escalera acciona el pasador de la puerta / Carlos Izquierdo García. |
También en la escena V del
mencionado sainete se hace referencia a las cuerdas con las que, desde cada
planta, abrían la puerta de la calle:
"D.
Chaume. ¡Home,
dígali a eixe músic que no mos uide el servell! Escolte: aváns que m'olvide,
cuant s'en vacha
tanque be la porta de la escaleta.
Quico. Eixos
chics del cueter que viu dalt, tenen el gust de tallar tots el cordells. ¡Son
el dimoni! A Don Santos...
repare si es pensament: li han mort el gat, ¿pero cóm? nugantli a rabo un cuet
aixina".
Por desgracia ya no se conserva
ninguna de las escaletes que la pluma
de Escalante hizo famosas. Junto a ellas, han ido desapareciendo otras casas de
escalerilla menos célebres,
cuya demolición ha dado paso a solares vacíos o a nuevas construcciones con
mejores condiciones de habitabilidad.
Bueno... esto más que un post es un estudio exhaustivo...Leyéndolo, me ha venido a la memoria 'la casa más estrecha de Vitoria'.
ResponderEliminarSiempre me ha parecido muy curioso el 'lenguaje de las aldabas'.
Enhorabuena, he aprendido muchísimo con este post.
Libe
Me alegro de que te haya gustado, Libe. No sabes qué alegría me dió entrar en una de estas casas y ver que todavía seguían utilizando el antiguo sistema para abrir la puerta, sobre el cual había leído, pero pensaba que ya habría desaparecido. ¡Nos leemos!
EliminarUna entrada curiosa a la par que interesante, a todos los niveles! Caray, no sabía que aún quedaban tantas 'escaletes' por el centro... La parte del mecanismo de llamar a las puertas queda gracioso, especialmente cuando has mencionado fragmentos de Escalante. Y en cuanto a las aldabas... ¡que me pregunten si se siguen usando hoy en día!
ResponderEliminarEnhorabuena
¡Hola, Silvia! Aunque cada día queden menos, todavía se conservan muchos ejemplares de esta tipología de edificios. De hecho, en mi caminar por las calles del centro fotografié algunos ejemplos más, pero he seleccionado aquellos edificios que me parecieron más representativos. Gracias por tu comentario.
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